Ya sabéis que me prodigo muy poquito por aquí, pero aunque sea "una vez al año", y como el anuncio de "El Almendro", vuelvo a casa por Navidad.
Así que qué mejor forma de felicitaros la Navidad que con algo creado con mis propias manos. Algo sencillo, pequeño, pero delicado y lleno de cariño.
Estos dos pequeños corazones pertenecen a una serie de tres (el tercero no sé si lo terminaré a tiempo) sencillos diseños personales inspirados en la naturaleza y en el paisaje y tradiciones invernales.
El primero de ellos es una pequeña rama de muérdago. Ese arbusto/parásito, que se recoge a finales de otoño, y al que se asocian numerosas propiedades y tradiciones, como la de besarse bajo una rama del mismo para atraer la fertilidad, la salud, la paz...
El segundo, es un pequeño corazón trenzado con hojas y frutos de conífera, y que representa a la vida que no cesa, pese al invierno.
Están bordados con los tradicionales hilos mouliné de algodón y con hilo trenzado metalizado en color oro viejo, sobre un tejido muy especial. Se trata de una antigua sábana de lino y algodón de la abuela de mi marido. Pequeños tesoros de familia que he tenido la suerte de conservar y utilizar dándoles una segunda vida.
Todos los años me gusta decorar algún rincón de mi casa una rama de conífera... en ocasiones transformada en corona, pero no esta vez. Así que ¿por qué no alojar estos pequeños adornos en sus ramas?
Y ya que he decidido venir por aquí un ratito a saludar, quiero aprovechar para desearos lo mejor para vosotros y vuestras familias.
Que el nuevo ciclo que se abre en estos días esté lleno de salud, amor, y muchos momentos de dulce calma creativa.
¡Feliz Navidad! ¡Feliz Nueva Vida! ¡Feliz año 2019!